Gabriel Graciani y Marcelo Candia, entrenador y asistente de la Reserva de Patronato, culminaron el 2020 como interinos de Primera División, donde vivieron días únicos, tal como lo describieron en diálogo con Mirador Entre Ríos: «Compartir este momento, fue una vivencia única», confesaron.
GABRIEL OBELAR – Mirador Entre Ríos
Gabriel Graciani y Marcelo Candia son viejos conocidos, ambos compartieron vestuario, viajes, compañeros. Desde el 2002, cuando Gabi llegó a Patronato, los unió una amistad que continúa vigente hasta el día de hoy. Con el correr de los años, ambos se volvieron a cruzar en las divisiones inferiores y, hace más de año y medio, dirigen la Reserva de Patrón.
Pero si algo le restaba a esta amistad, fue dirigir en Primera División. Tras la salida de Gustavo Álvarez y mientras la dirigencia resolvía el regreso de Iván Delfino, Graciani-Candia, junto a Néstor Galliussi, se hicieron cargo del primer elenco, cumpliendo así, un sueño personal.
«Son sensaciones lindas, el trabajar con gente conocida y amiga, es algo que nos da el fútbol. Hemos pasado muchas cosas en todo sentido, desde que arrancamos, cosas malas y buenas. Compartir este momento, fue una vivencia única», le confesó Gabriel a Mirador Entre Ríos, a la salida de una de las prácticas matutina en La Capillita.
Por su parte, el oriundo de San José de Feliciano indicó: «Para mí fue un sueño y una satisfacción compartir un banco de Primera División con un amigo, uno de esos hermanos que te da el fútbol. Los dos venimos del interior, donde todo fue cuesta arriba y vivir esa experiencia, fue único».
«INIMAGINABLE»
Así definen la experiencia que ambos vivieron dirigir a Patronato ante Aldosivi y Defensa y Justicia en Primera División, cuestión que ninguno imaginó cuando se conocieron en 2002: «El sueño estaba, pero en aquel momento era imposible imaginarlo», confesó Gabi.
En la misma idea, agregó: «Eran otros tiempos, estábamos en otro lugar, en lo personal llegaba recién a un fútbol semi-profesional. Jamás imaginamos, después de todo lo que pasamos, estar en Primera y poder trabajar en un club donde se vivieron cosas especiales, es único».
Por su parte, Marcelo experimentó algo único como técnico: «Jamás imaginé, como entrenador, todo este camino que recorrí y recorrimos. Recuerdo cuando estaba trabajando, un día como cualquier otro y José Spinelli me buscó porque faltaba un entrenador en una categoría y nunca se me cruzó estar en un banco de Primera División como pasó».
Al mismo tiempo, ambos recuerdan lo que han pasado en este año y medio, desde el primer partido juntos en Reserva hasta lo que ocurrió en el Grella y Florencio Varela: «Para mí fue una satisfacción grande, fueron 12 días de mucho desgaste. Mi papá soñó con verme jugar en el profesionalismo, alcancé a jugar un Argentino A y por lo menos me vio relacionado al profesionalismo en estos días y estaba orgulloso y porque mi hija me pudo ver por tele, que es algo que cuando se enteró, le gustó mucho», contó Candia.
«Esto es un sueño, hacer lo que a uno le gusta, es único. También tenemos los pies sobre la tierra porque hace año y medio comenzamos a dirigir en Reserva y todo es aprendizaje. De cada cuerpo técnico con el cual compartimos, adquirimos enseñanzas e ideas. Falta mucho, esto recién empieza y sabemos que tenemos mucho que aprender», acotó Graciani.
Además, ambos terminaron su proceso con mucha satisfacción: «Nos quedamos con la tranquilidad de haber cumplido con las obligaciones y estar trabajando en Primera. Es un sueño, somos empleados y siempre estamos a disposición, pero nos quedó la tranquilidad de estar en este momento del club que fue complicado».
«Nosotros sabemos que dimos lo mejor y que pudimos cambiar un poco la imagen», agregó Marcelo, que también puntualizó: «Conocemos el ADN de Patronato y eso no se podía negociar. Gabi desde el primer día inculcó eso y que había que recuperarlo. Merecimos ganar algún punto, nos quedó ese sabor, pero sabemos que dimos el máximo».
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