Con el retiro de Walter Andrade, Patronato se despide de una generación de futbolistas que llevaron a la institución y a la provincia a lo más alto del deporte más popular del país.
Por: Gabriel Obelar
La mayoría de los éxitos deportivos en conjunto, que quedan en la historia, están marcados por una generación, una era. «La Generación Dorada», «El Barcelona de Guardiola», «Los Galacticos», «Boca de Bianchi», y así podemos continuar y nombrar un sinfín de glorias del deporte.
Desde hoy, en Patronato, en Paraná, en Entre Ríos, se comenzará hablar de la Era Santa o el nombre que quieran ponerle. Con la partida de Walter Andrade, el último jugador histórico del Patrón que logró todo lo impensado hasta hace unos años, marca algo que estaba a la vista, que se sabía que iba a llegar, aunque algunos, no tomamos dimensión de lo que esto conlleva.
Patronato hace poco más de un año, se despidió de un gran referente e ídolo como lo fue Sebastián Bértoli, valuarte, sinónimo de liderazgo e imagen visible del sentido de pertenencia paranaense, me animaría decir provincial, aunque ese 7 de Abril no se perdió, sino que este martes 30 de Junio del 2020, llega a su final.
Desde el próximo torneo, el sentido de pertenencia que se caracterizó dentro de ese vestuario, se perderá en gran parte, ya que uno no sabe quiénes serán los próximos líderes, los que reciban a los nuevos futbolistas, lo que pretendan y quieran, la voz de mando.
Walter Andrade permaneció en el plantel la última SuperLiga, no solo porque decidió pelear su lugar, sino que Mario Sciacqua, el técnico en su momento, entendió el valor que reinaba en el plantel, lo que significaban las imágenes de Bértoli y el Negro, lo clave y fundamental que era ese rol para con los apellidos de peso que se iban a sumar en la entidad. Walter no jugó mucho, pero fue clave en el día a día.
En Patronato se perderá una mística, esa esencia que transmitieron mucho tiempo Gabriel Graciani, Lautaro Geminiani, Lucas Márquez, Marcos Minetti, el mismo Andrade, Diego Jara, Matías Quiroga por si a caso lo puedo sumar, jugadores que vivieron los malos y los grandes y gloriosos momentos de Patrón en los últimos tiempos. Los que siempre dieron la cara.
No solo eso, se pierda una imagen de constancia, sacrifio, lucha. Características que hicieron y llevaron al elenco de la capital entrerriana, de la Paraná que solo jugaba torneos Argentinos, a los estadios y momentos más importantes del fútbol, donde aún perdura y tratar de ir por más.
Es el final de una Era, nacerá una, incierta, tal vez mejor, con futbolistas con un claro corazón Santo, como Lautaro Comas, los pibes que se han forjado y crecido en las divisiones inferiores de la Liga Paranaense y en AFA, aquellos que sueñan con volver y que han dejado su huella en los pasillos del Estadio Presbítero Bartolomé Grella.
En el fondo, en las formativas, se intenta crear lo mencionado, la pertenencia al club, a la ciudad, a los colores, no por algo muchos de los que triunfaron en la institución, hoy trabajan con los más chicos, que en su momento podrán olvidarse o no sabrán quiénes fueron Graciani, Díaz, Prono, Ferrero, los «profes» de sus respectivas categorías, pero cuando pregunten, alguien que vivió la década pasada, la más gloriosa y los últimos tiempos, desde el ascenso hasta el día de hoy, hablará de está mística Era de futbolistas genuinos de una provincia, que se destacaron en el más alto nivel, que se codearon los mejores, con humildad, sacrificio, sueños, aspiraciones.
Se terminó una Era. Patronato la disfrutó, celebró, festejó, brindó. No hay que llevar esto a las próximas generaciones o futbolistas, tampoco hacerle sentir esto a los futuros refuerzos o los que continúen. Nace un nuevo proceso, que será diferente o muy diferente al que se terminó hoy. Pero los colores y el nombre seguirán siendo siempre el mismo Club Atlético Patronato de la Juventud Católico y el nombre de la institución, siempre estará por encima de cualquier nombre propio.